
Escribo con las lágrimas asolando mis ojos y me pregunto porqué…
Toda mi vida fui un tipo que miró a Diego de reojo, siempre dije lo mismo, en un país donde es más importante un futbolista que un doctor que dedico su vida a los otros, algo esta mal.
Mientras Esteban recorrió el norte, con el barro hasta las rodillas, tratando de curar las enfermedades que mataban a nuestros pueblos en La Formosa de La Forestal.
Mientras Diego recorrió cada potrero, con el barro hasta las rodillas, tratando de arrancar la tristeza y la angustia, que matan a nuestros pueblos en la Argentina de la libertad liberal.
Y entonces me dí cuenta, que ambos lucharon contra gigantes, con las piernas cortadas, que a los dos los castigaron con el ostracismo, solo que el Diego era buen gambeteador y llevó sus palabras cascadas al oído de cada laburante o precarizado. Les dió la ilusión de que una gambeta podía sacarlos de tanta mierda.
Uno nos mostró que la patria era el otro, ese otro más relegado, ese otro perseguido y abandonado, por un estado demasiado ocupado en no molestar a los ricos. El otro nos mostró que ese otro también podía ponerse de pie y hacer lo mismo “Gracias a la pelota le di alegría a la gente; con eso me basta y sobra”.
Dos Maradona, dos hijos del pueblo, que eligieron ser distintos a todos; uno fue llamado por los pilagá Dr Dios y el otro por ese pueblo de los barrios, el barro y los potreros D10S.
Por eso, se me desgarganta el llanto, y la rabia de pensar que hoy los hijos de puta son un poco más fuertes.
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