Victoria recorrió con la mirada la cocina, miro el comedor en penumbras iluminado por un par de
velas agónicas y volvió a revisar el celular. No había mensajes nuevos. Retrocedió la conversación
que era más un monólogo, activo su último audio y lo escucho;
_ !¡Pedazo de hijo de puta!. Decime, a ver...Decime que te olvidaste de nuestro aniversario. Forro
cuando es tu cumpleaños o de la Vieja puta de tu Vieja, ¿yo me olvido?. ¡No!, la boluda siempre se
acuerda, acá te estaba esperando con velas, medias de naylón bordadas, la lencería y ese vestido
rojo que te gusta tanto y vos pedazo de reventado te olvidas. ¡Putito!…
Se tensiono sobre la mesada y arrojó la taza con café frío, que exploto contra la pared blanca de
enfrente. El líquido marrón parecía sangre, que brotaba de la pared herida; que brotaba del corazón
partido de Victoria.
Tomó nuevamente su celular, selecciono todo el monólogo que se desarrollaba desde hacia tres
horas y selecciono eliminar, la aplicación desplego su pregunta para confirmar y ella toco “Eliminar
para todos”, con esa simple acción desaparecieron sus gritos, ansiedades, desiluciones, insultos y
broncas. Pensó para sí “ni ese gusto te voy a dar”.
Subió a su habitación, miró alrededor y se metió en el vestidor, tomo una maleta y la llenó de ropa,
después un bolso de mano donde empaco su ropa interior, y cosméticos. Bajo con ambos bultos, los
apoyó en el piso, junto a la entrada y se acercó hasta el armario, que estaba en el pasillo. Saco un
block de hojas blancas y una birome, después se acercó al aparador se sirvió un vodka, en un vaso
de whisky y se sentó en la mesa del comedor.
Y escribió aquella carta
“Mi muy querido hijo de puta:
Bueno, ya me fuí. Asi que no me llames. No grites ese “Polaquita”
falso que gritas cuando llegas del After.
Para que sepas los motivos de mi abandono, te los detallo:
Hoy cumpliamos cinco años de estar juntos y vos simplemente te olvidaste. Incluso de mandarme
un mensaje con un llego más tarde. Sí bien esto es lo que colmo mi vaso, no es lo único que puse en
la balanza.
También esta el que olvidaras mi cumpleaños.
Tu negativa a tener hijos, cuando siempre supiste que era uno de mis deseos.
El deseo, que decir del deseo. Esa sensación de ser invisible a tus ojos, la inexistencia de tus manos
habidas tocando mi cuerpo, aún si fuera al menos torpemente.
Cuanto hace que tu cuerpo no te reclama el mío, que no te sientes fuera de lugar, pobre por el
simple hecho de no tener mi sabor en tus labios.
Alguna vez sentís que los minutos son eternos cuando no estoy.
¿Sabés como se desgrana el alma, cuando nada de eso pasa?. No; seguramente, no lo sabés.
Bueno; cuando vuelvas y escuches el mismo silencio que escucho yo, disfrutalo.
Ese silencio, el vino derramado, el café manchando la pared, el vacio que invade todo, es mi regalo
de aniversario para vos.
Victoria.”
Después marco el número de Francisco, su Uber personal y le pidió que pase a buscarla. Francisco
le dijo que pasaba en quince minutos. Así que ella terminó su vodka y se preparó, quince minutos
después escucho la bocina y salió.
Le pidió al hombre que la llevara a la terminal y se recostó en el asiento trasero del auto, Francisco
que era exchofer de taxis y se hizo uber para no responder a un patrón, sin darse cuenta que ahora
tendria uno invisible que lo manejaria a distancia desde su celular y encima ahora sería él quién le
pagaría, adivino que la mujer quería soledad, así que puso música y condujo en silencio.
Victoria nunca miro atrás, ni volvió a preguntar por él. Incluso se borró de las redes, para aumentar
su ruptura.
Por eso nunca supo que él no leyó su carta, que sí lo hizo su madre unos días después cansada de
llamarla al fijo de la casa.Ella nunca se enteró que él murió aplastado por un chofer alcoholizado al medio día de ese día,
después de comprar unas flores.
Victoria se cansó de esperarlo.
La muerte sin embargo sabía que él no la decepcionaría.
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