I.
Miedo.
Me desperté´sobresaltado, no era mi habitación, ni mi cama. Los gritos que llegaban desde el otro
lado de la puerta, me lastimaban, me contagiaban un dolor inconmensurable. La idea de que esos
gritos también fueran míos, me aterraba, paralizandome. Los pasos cada vez más cerca, el ruido de
las llaves, el picaporte y el chirrido de la alarma del despertador…
II.
Fobia canina.
Odio los perros, ladran a las tres de la mañana, tienen pulgas, defecan en el jardín, te roban el
asado. Pero aquí en Soneca no hay perros, solo gatos.
III. La Ganga.
_Te dije que no comprarás esa cosa. Que era raro lo barato. Pero claro; Vos no!
_Bueno Amor yo que iba a saber que era caníbal el bicho.
IV. El Cazador.
El cazador se afirmó al suelo, preparó su arma y apuntó al ciervo que pastaba despreocupado. El
león se agazapa, piensa en la buena suerte de encontrar una presa tan quieta. Nunca había comido
cazador.
V.
Sicario.
La hormiguita iba con su hojita, por un caminito del jardín. El niño la mató a pisotones. La
cigarra penso que le había salido barato el sicario.
VI. Despertar.
Despertar. Desperezarse. Escudriñar la habitación, las palabras que mueren en mi mente, el
enfermero me palmea y se va. La baba cae de mi boca deprimida, a mi rodilla.
VII. De espalda.
El asesino se marchó. Ella yacía sin vida.VIII. La Flor del Niágara.
La flor del Niágara, era muy rara, montones de aventureros se internaron en la selva, para
encontrarla.
Ninguno volvió.
El jefe jíbaro, pensó en lo productivo que fue contratar a aquel publicista.
IX. Determinación.
De hoy no pasa!- se dijo como cada día, al pararse frente al espejo, para darse valor. Como cada
día desde hacía veintiocho años. Después lavó su cara, sus dientes, se afeitó, para ir a trabajar desde
hace veintiocho años. Cruzó la calle distraído, pensando en lo que haría hoy, sin ver el camión que
venía. El conductor contestó un mensaje, tampoco lo vió.
X.
Nuevo día.
Sonó el despertador. Patricia se apresuro a levantarse , lavarse la cara con el agua tibia aún, se
cambió como siempre con esa formal elegancia que la caracterizaba desde hace años, se miró al
espejo tras acomodar el último mechón de pelos rebelde y aprobó lo que veía. Luego buscó las
llaves, salio de su departamento.
Abrió la puerta del ascensor y se arrojo al foso, sin esperarlo.
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