Aquí se instala tu recuerdo,
tu cuerpo girando y cantando en aquel carnaval,
de diablos y súcubos,
la sonrisa tímida
que me acompañaba las mañanas de aquella vida,
donde se quedó aquel muchacho que tenía el poder
de solucionar todo con un abrazo,
que no dejaba al beso huerfano,
que no huía de la sed de los cuerpos,
que se sumergía en el mar de tus piernas,
y surfeaba en tu pecho,
que planeaba en el viento de tu aliento.
La vida se fue marchando,
con un bolso sin cierre lleno de libros,
y esa mochila que se roba tus fotos,
ya todos los trenes partieron de esta estación,
no hay ningún boleto que me devuelva a vos,
Las ciudades han pasado como almanaques viejos,
de cosas postergadas,
siempre la excusa de pensar en tu bien,
de no hacerte mal,
como un genocida que proclama el bien mayor,
soy el culpable de todo el dolor,
del olvido que acecha tras el paredón,
un muro sin el Polaco cantando,
sin pancarta,
ni pintada,
solo los ladrillos y los años luchando.
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